martes, 19 de marzo de 2024

Loción para después del afeitado.

Mi compañero de piso ha roto el frasco de cristal de aftershave.

No tengo impedimento en compartir todo en casa, de hecho, en alguna ocasión también me ha tocado pedir prestado algo de arroz o un puñado de fideitos, pero es que ha roto el frasco de cristal de aftershave.

El frasco de cristal de aftershave está en mi armario del baño, en la parte izquierda, en la bandeja central, ni muy arriba, ni muy abajo, a la vista de todo el que abra la puerta de ese mueblecito con espejo frontal, un pelín al fondo, es con lo primero que te encuentras cuando abres; crema hidratante, gel facial, serúm y el frasco de cristal.

La pasta de dientes vale, el champú, el detergente, el aceite, la sal, todo eso de acuerdo. Pero el frasco de cristal de aftershave que está en la bandeja central del armario del baño no. Creo que la convivencia tiene unos límites.

Me avisó tras lo sucedido, "se ha caído, se ha roto, hay cristales por todo el baño y huele a aftershave", nunca pensé que fuera el mío, tampoco él lo dijo. Nunca pensé que utilizara el mío, nunca pensé que rompiera el mío, nunca pensé que no lo fuera a reponer. 

Y no me jode que haya roto el frasco de cristal de aftershave, tampoco me jode que no lo haya respuesto -ha pasado ya semana y media-, ni mucho menos me jode el descubrir su ausencia tras el afeitado mensual, lo que me jode es que ese frasco de cristal de aftershave que ha roto fue el último regalo que mi expareja me hizo. 

Ya saben, el mundo actual del cuidado facial está en plena erupción, cuantas más cremas y más tónicos y más antiojeras y más árbol de té mejor, y todos nos contagiamos, porque creemos que todo nos pertenece, hasta el cuidado de los demás. Nos preocupamos de los demás porque queremos que se asemejen a la idea que tenemos de ellos en nuestras cabezas.
Y me regaló el pack completo, incluso crema que hizo ella con aceites de coco y no sé qué más. Le puso mucho empeño, le puso mucho amor. Y ahora ese amor se ha desparramado por todo el suelo del baño, cristral a cristal, impregnando las paredes con un olor a varonil, un olor rancio, ese que olfateas cuando coincides en el ascensor con un señor mayor que se sobrepasó con los chigates de colonia masculina.

Y en realidad da igual, ni lo he hablado con él, ni le he echado en cara la carencia de responsabilidad. Es un poco como mi antigua relacción, no es el primer frasco de cristal de aftershave que se rompe. Tampoco creo que sea el último.


domingo, 24 de diciembre de 2023

¿Qué fue de mí?

He descubierto que antes soñaba mucho más.
Despertaba para volver a dormir y soñar de nuevo.
Despierto me ataba a esos sueños.
Y lo quería, relamente necesitaba ese periodo somnoliento.
La galleta se ablandaba en exceso hundiéndose en la leche,
perdiendo la mirada soñando, soñándote.
A veces no sabía que responder
incapaz de seguir monólogos ajenos
deduciendo el final
con mi historia bien montada en la cabeza,
ignorando el entorno,
posibilidades infinitas.
Escuchaba Home y la mente planeaba con el viento a favor entre acordes.
Bien de ilusiones y metas, irreales e improbables.
Bien de vivir.
Ya no.
Por más que intento sonreir como un tonto,
nada de nada.
La cara de paleto risueño desvaneció.
Bien de ojeras, falto de sueños.
Intento forzarlo.
Intento evitar el caer de la lágrima.
Intento recuperar.
Intento ser yo.
Me cuesta, me cuesto.
¿Todo tiempo pasado es idealizado?
No recuerdo estar tan a la deriva como el día de hoy,
tampoco recuerdo qué me hacía salir de la cama temprano.
Mañana dormiré un poco más
fuera hace frío
las sábanas de franela es todo lo que quiero
hacerme una bolita
y cerrar los ojos fuerte,
encogido fetalmente
buscango algo que soñar. 


martes, 17 de octubre de 2023

La armonía.

Hay un respirar que te llena el alma de armonía,
y diréis. ¿El alma? No flipes.
Pero flipo, porque cuando respiro profundo y limpio,
y siento como se llenan los pulmones y el diafragma responde acorde a ese movimiento muscular, es el alma la que se infla, y a veces ese llenar del alma es una lectura, o una canción o el cacareo de un gallo de madrugada, no, mentira, eso pocas veces, pero puede ser una comida rica, o conducir sin música hasta el norte de España o el compartir una conversación con una persona que está a sietemil kilómetros de distancia.
Porque hay muchas formas de sentir armonía, y de llenarse bien los pulmones y respirar.

viernes, 22 de septiembre de 2023

Repito mucho de bañador.

Vivo en bañador, y no me gusta porque se me irrita la piel, se me pone rojita y tengo que echarme cremita. Y en un hostel la cremita en el culete está mal vista, no eres un real backpacker si te echas cremita en el culete.
El caso es que vivo en bañador, a veces se me olvidan las gafas para bucear, otras el librito o el repelente de mosquitos, pero vuelvo, camino un poco y cojo todo lo que necesito para seguir con la idea de vivir en bañador. Y es duro, sentir que debes rellenar el tiempo con la mente vacía, con el sonido del mar, con la inestabilidad mental de estar contigo mismo cuando tienes tanto tiempo para pensar. Dejar ocupaciones y la velocidad y bajar el ritmo, tanto que no hay ritmo.
Solo hay un bañador constantemente húmedo y una cabeza libre de ocupaciones esperando encontrar un nuevo pensamiento para rumiar, una idea y desglosarla, y atajarla y volver a rumiarla y contradecirse en bucle, con la intención de deconstruirse para luego seguir quitándote la arena de entre los dedos de los pies.
Hay personas que cuando se duchan no se limpian entre los dedos de los pies, o justo detrás de las orejas, y ahí siempre hay roña, hay que frotarse bien fuerte, sentirse aseado -mental y corporalmente- porque la vida en bañador desgasta ambas higienes.
Sacárselo en la ducha, aprovechar la espuma creada en el pelo para frotar bien el textil, disolver toda la sal y colgarlo a la brisa de la noche, preparado para el siguiente día de playa, mientras te sigues frotando la cabeza, saneando la mente y entendiendo que por más bañador que lleves la cabeza es la que te permite estar tomando el solecito en las costas del Caribe o en la más profunda oscuridad con una linterna de flexo intensa apuntándote el rostro.
Es dura la vida en bañador, porque se te olvida el día que es, el culito se te irrita e igual debes aprender que la vida en bañador no es tan perfecta como idealizada está. 

domingo, 30 de julio de 2023

El tiempo dicta quien eres.

No es simple confrontar que eres el problema,

asentar que todo marcha y tú te estancas,

observar que el planeta gira y tú puedes estar ajeno a todo, en una islita del Caribe esperando para sumarte a ese girar, como si te fueran a decir, caballero, incorporese que esto sigue.

Podría ser, pero no.


Aquí en semana y media estás olvidado,

ya no se saben ni tu nombre de pila.

Por más que escuchaste el de otros, por más que normalizaste incluso evocarlo en tu boca, por más que pensaste que se quedarían en el olvido, por más que creías asentar que no era relevante…

Cuando te despistas estás mar adentro preguntándote cuál es la forma de escapar.

Buscando si realmente existe una salida.


Eres una imagen pixelada, una foto borrada, un chat bloqueado, un recuerdo distorsionado.


Eres el nombre de otra persona que no eres tú.

Eres la carta número treintayuno que no enviaste firmada con un seudónimo desconocido.


Nadie aguanta, nadie espera.


Nada ni nadie da relevancia a los tiempos que el resto vive. Y las semanas y medias siguen y tú aun sin subir.

Otro agarra tu asiento, se pone cómodo en tu lugar y sus iniciales sustituyen las tuyas.

Lo que a ti te costó un mundo, peleando con engranajes, revisando baterías, marcando un recorrido conjunto, comprando billetes en pareja… Rápido se reemplaza, cuesta creer como a veces tan fácil y otras tan difícil.


Y se quedan ahí, esparcidos… Sonidos huérfanos, cerca de lo sientos y perdonas que ya nadie acepta.

Deambulando etéreos… 

LE-DRO-A-JAN… ¿Soy yo?


Podría ser yo, pero ya ni me recuerdo.

No me recuerdo traspasando el umbral del hogar.

Acariciando tu espalda.

Llorando por orgullo.

Pidiendo explicaciones.

Justificando reacciones.

Respirando a medio pulmón sin tocar mi espalda con la tuya en plena noche.


Ya olvidé quien era, ya desistí de buscar la musicalidad de mi nombre en tus días,

de dormir temiendo lo peor.

Ya escapé de la extorsión de las olas en aquella lanchita insegura, toqué arena, sentí amor y me despedí del olvido.

Acepté que no debemos esperar nada de alguien que ya es nadie.

Ni una mirada de lejanía en una rotación diaria, ni una sonrisa amigable, ni un respeto social, ni un coincidir agradable.


Me despedí por la puerta de atrás,

bombita de humo.

Para recordar que las semanas y medias pasan para todos y que lo que hagamos con ellas es nuestra única responsabilidad.

Dejando atrás lo que a unos les toma una vida y a otros semana y media.



viernes, 28 de julio de 2023

Valle del Cocora.

El día menos pensado escribiré
mis memorias,
no me faltará nada, al completo,
apuntaré la receta rica de hamburguesa

de zanahoria y cebolla,
el número de clips que encontré
en el piso y me guardé en los bolsillos
para perder de nuevo,
la forma en la que me mirabas
en cada despertar
y cada una de las postales que escribí
desde el extranjero para enviar desde la
oficina de correos del pueblo.
Un epitafio donde se lea
"Todo por la comedia"
y buena herencia de libros subrayados
y folios garabateados.
Descanse en paz.


sábado, 8 de julio de 2023

Incompetencia.

 El mayor error siguió siendo creer
que era suficiente.

Igualable a tu sonrisa,
a tu brillo,
a tu ambición.

Creer estar a la altura de todo lo que nunca estuve.

Dicen las voces,
hablando sin parar,
que naciste estelar
y nadie debe jugar con tu alcanzar.

Quise volar
y aferrarme a tu son
y lo intenté, créeme que lo intenté.
Lo puedo decir bien alto, A VIVA VOZ, por si se erizan tus vellos, por si ese respingo te sobresalta mientras duermes sobre otros brazos creyentes de dar la talla.
Puedo decirlo, lucero del viento, que eres un colchón al aire libre y una brisa de verano en una noche plagada de ti, luceros en el cielo.

Puedo decirlo, que mi mayor idiotez
fue creer
que tú te contentaras con toda mi insuficiencia.